11 septiembre, 2012

La medición monetaria invisibiliza la pobreza rural




Existen millones de pobres en el Perú, que continúan siendo invisibles para las cifras oficiales debido a que la medición de la pobreza monetaria —método utilizado por las autoridades para guiar sus políticas públicas— tiene limitaciones, por lo cual no llega a graficar los verdaderos niveles de pobreza que tiene el país, especialmente en los sectores rurales. Y estas cifras más reales indicarían que el Estado ha sido muy lento en reducir la pobreza rural, en comparación con la pobreza en sectores urbanos.

En su reciente mensaje —al cumplir un año de gobierno—, el presidente Ollanta Humala afirmó que la pobreza aún afecta al 27% de la población, es decir, a más de ocho millones de peruanos. Sin embargo, en las últimas semanas se ha abierto un debate conceptual donde se plantea la necesidad de incorporar otro tipo de métodos, como por ejemplo, el de la medición de pobreza multidimensional (ver el Agrodata de esta edición). ¿Cuál es la mejor forma de medir la pobreza en el país? ¿Por qué se está invisibilizando a los peruanos pobres de los sectores rurales?

Las limitaciones de la medición monetaria

«Nosotros siempre nos preguntábamos por qué las personas no sienten que están mejor que antes a pesar de que las cifras oficiales dicen que sí. La medición de la pobreza monetaria no reflejaba el sentir de toda la población. Cuando las personas sienten que esos números no expresan su situación económica, entonces dichos números empiezan a perder cierta validez», reflexiona el economista Enrique Vásquez Huamán, investigador de la Universidad del Pacífico, que recientemente publicó un estudio sobre la importancia de usar la medición de pobreza multidimensional, a fin de visibilizar la verdadera cantidad de personas pobres en el país(1).

Pero… ¿qué significa ser pobre actualmente en el Perú? «En términos de pobreza monetaria significa vivir —dependiendo de la región— con menos de tres soles diarios, o incluso mucho menos que eso, especialmente en algunas zonas rurales. En el caso de Lima, significa vivir con menos de diez soles diarios», manifiesta la economista Johanna Yancari, investigadora del Instituto de Estudios Peruanos (IEP), quien ha realizado varios estudios sobre pobreza en el país. «La pobreza monetaria ha sido un buen indicador de medición de pobreza a nivel internacional porque nos ha permitido compararnos con otros países y adoptar medidas directas. Pero en la situación que tiene el Perú actualmente —con más de diez años de crecimiento económico—, habría que repensar qué significa ser pobre, más allá de tener acceso a una determinada cantidad de dinero, porque ser pobre también significa no tener acceso a agua y desagüe, a educación, a servicios de salud, a electricidad», opina Yancari.

Un ejemplo de la invisibilización de los pobres se demuestra mediante el ejercicio de contrastar la pobreza monetaria del INEI con el cálculo de pobreza multidimensional. «Utilizando también la base de datos de la Enaho, nosotros encontramos que hay una diferencia de 3.6 millones de pobres que no estarían siendo visibilizados por el Estado, porque no los están considerando como personas que están sufriendo privaciones. En la actualidad, bajo el método de medición de pobreza monetaria, las políticas de Estado están definidas de manera poco clara», revela Vásquez.

Esto afecta no solo a los pobres, sino también a los no pobres. «En la actualidad existe una población que está alrededor de la línea de pobreza, pero que es muy vulnerable y por eso está entrando y saliendo constantemente de esta línea», afirma la economista del IEP. «Para algunas políticas del Estado que usan estas mediciones de pobreza monetaria, dichas personas, por ejemplo, no serían consideradas pobres. Entonces, se necesita pensar qué otros factores influyen en la pobreza, como la salud y la educación, que inciden en el futuro económico de las familias», opina la economista.

Para Federico Arnillas, presidente de la Mesa de Concertación para la Lucha contra la Pobreza (MCLCP), el problema reside en que los métodos que se usan para medir la pobreza no son multidimensionales, sino solo unidimensionales. «Cuando hablamos de pobreza estamos hablando de una situación en la que se encuentran las personas y tiene que ver con dimensiones de la vida social, económica, ambiental, etc. La línea de pobreza no te habla de la cultura o de otras necesidades básicas, como salud y vivienda, que no están siendo reflejadas por el indicador de pobreza monetaria», opina Arnillas, quien plantea el uso complementario de otras mediciones, y de manera más integral.

«Cada metodología tiene un lado fuerte y uno débil. En el caso de la MCLCP, usamos un método que hemos llamado “índice del bienestar aparente”, que es el reverso del malestar aparente que es la pobreza. Nosotros integramos tres mediciones: la de las necesidades básicas insatisfechas (vivienda, servicios básicos, logros en educación), la del hambre (medido por déficit calórico aparente) y la de la pobreza monetaria. Cuando miras los tres indicadores juntos, tienes una mirada integral de la pobreza», recomienda Arnillas.

Los intereses políticos detrás de las mediciones

Una primera interpretación es que las autoridades gubernamentales prefieren seguir usando el método de pobreza monetaria porque sus resultados se ven en el corto plazo. El economista Vásquez explica que «si desde la pobreza multidimensional uno mide la variación, de 2010 a 2011, solamente 21,550 personas han dejado de ser pobres. Pero si uno mide la variación desde la pobreza monetaria, esas personas aumentan a 790 mil en el mismo periodo. Si usted está en el campo político, ¿qué indicador utilizaría? Pues aquel donde se muestren mayores resultados», critica el economista de la Universidad del Pacífico.

Federico Arnillas explica que la razón por la que algunos Estados no quieren el método de necesidades básicas insatisfechas, que usa la MCLCP, es justamente porque los efectos se ven en el mediano o largo plazo. «Se debe a que toma un tiempo, de meses o a veces de años. Son cambios más permanentes, más estructurales. Tú no le pones agua a la gente o no resuelves el hacinamiento de los hogares de la noche a la mañana», resalta Arnillas.

Esta opinión es compartida por el economista Vásquez. «Por ejemplo, el sector rural de la costa, sierra y selva conforma ámbitos alejados y de un impacto políticamente menor. El cálculo político hace que la inversión en las zonas rurales tenga una menor prioridad. Es por eso que la medición de pobreza multidimensional es un compromiso mayor. Cambiar allí un punto porcentual es mucho más difícil que en la medición monetaria. La pobreza multidimensional implica cambios estructurales muy fuertes», dice el economista.

La pobreza rural está siendo invisibilizada

«La reducción de la pobreza monetaria rural ha bajado de niveles del 70% a niveles de 62%, de acuerdo con la nueva metodología. Pero la mayoría de la población rural sigue teniendo tasas de pobreza monetaria significativas», informa Federico Arnillas. «Si hacemos otros tipos de medición, la tasa de pobreza es más alta. Incluso, hay algunas localidades donde no se observa mejora porque no todos los espacios locales o regionales se han beneficiado igual con el proceso de crecimiento económico que ha tenido el país en los últimos años», analiza el presidente de la MCLCP.

Un ejemplo es el caso de Ucayali. Vásquez explica que «al utilizar la medición de pobreza multidimensional nos damos cuenta de que el 27.5% de peruanos de esa región no están siendo visibilizados como pobres. Les están diciendo a ellos: “Tú no eres pobre y por eso no te estoy llevando la ayuda”. Las regiones de Ucayali, Madre de Dios, San Martín, Amazonas y Áncash son las que tienen niveles por encima del 20% de pobres invisibilizados, y esto es preocupante porque se trata de una población que no está siendo atendida y que es fundamentalmente rural», advierte el economista.

Con el método de pobreza monetaria también se invisibilizan las graves secuelas que ocasiona la pobreza en la población. Para Federico Arnillas, la pobreza es multidimensional y afecta a las personas a lo largo de su historia personal. «Hoy pueden haber mejorado sus ingresos, pero las secuelas de un insuficiente aprendizaje no se han corregido en la persona adulta. Las secuelas de la desnutrición en su infancia, las siguen llevando en su cuerpo y los daños que se producen son irrecuperables, no solo físicamente, sino también en la capacidad mental. Esos problemas estructurales son los que siguen marcando la vida de las personas», opina Arnillas.

Y el problema no solo es la invisibilización de millones de pobres rurales, sino que también permanece la brecha de desigualdad entre lo urbano y lo rural, según Johanna Yancari, incluso viéndolo solo desde pobreza monetaria. «Cuando hablamos de brecha estamos hablando de las diferencias de ingresos. En las zonas rurales existe, lamentablemente, la mayor cantidad de población relacionada con actividades laborales informales, que es de menores ingresos y sin beneficios sociales. Siempre van a tener un menor pago por jornal de trabajo, que fluctúa entre los 15 a 18 soles, para el hombre, y mucho más crítico para la mujer, que recibe entre 10 a 12 soles. Eso es una diferencia notable frente a lo que se paga en zonas urbanas», revela Yancari.

Sin embargo, el uso de otras mediciones, como por ejemplo la multidimensional, no significa que se va a reemplazar a la medición monetaria. El economista Vásquez aclara que «lo que se quiere es enriquecer la mirada de los gestores de la inversión social. Esta medición multidimensional ya se usa en 109 países. Sin embargo, ningún ministerio peruano está utilizándola. Con este estudio, la Universidad del Pacífico trata de decirles al gobierno y a las empresas que practican la responsabilidad social, que es probable que no hayan diagnosticado adecuadamente el número de los pobres ni que hayan identificado qué es lo que necesitan. Ese es el objetivo de nuestra contribución académica», refiere el economista.

Queda claro que la medición oficial de la pobreza en el país no debe basarse en la utilización de un único método, en este caso, el de la pobreza monetaria. Existen otras mediciones que pueden graficar sus verdaderos alcances, especialmente en sectores rurales. El Midis ha anunciado que está contemplando otras mediciones, como la de la pobreza estructural, para afinar las políticas de sus programas sociales. Si bien es cierto aún existen debates claves —como por ejemplo, la definición conceptual y estadística sobre lo que significa «lo rural» en el Perú—, el gobierno de Ollanta Humala debería adoptar la voluntad política de empezar a usar, de manera oficial, otros métodos de medición que visibilicen la verdadera cantidad de pobres rurales en el país. Demorar esa decisión pone en riesgo el objetivo de reducir la pobreza total al 15% para el año 2016.

Nota
1 «El Perú de los pobres no visibles para el Estado: la inclusión social pendiente a julio del 2012». Documento de discusión escrito por Enrique Vásquez y publicado por la Universidad del Pacífico.



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